Mitos y verdades sobre el nomadismo digital
Aclaremos un poco la confusión que hay alrededor de este nuevo estilo de vida
En internet, he leído una cantidad insólita de cosas increíbles sobre los nómadas digitales. Se dice que, por ejemplo, siempre estamos de vacaciones, somos personas adineradas, no podemos crecer profesionalmente, solo realizamos trabajos de la industria tecnológica y tenemos un estilo de vida solitario.
Como en todo estereotipo, lo que se dice sobre nosotros es una mezcla de verdad y de mentira.
En el mensaje de hoy, reviso cinco ideas ciertas y cinco mitos que he comprendido durante estos tres años y medio de experimentación en carne propia con la integración del trabajo remoto y la vida en movimiento.
Cuéntame en los comentarios de abajo si te sorprendió alguna de estas ideas.
Cinco verdades acerca de los nómadas digitales
1. Un estilo de vida para el siglo XXI
Convertirse en un nómada digital implica optar por un estilo particular de vida. Uno en que no se cumplen horarios de trabajo ni se asiste a la oficina, pero en el que se debe trabajar y sacar una carrera adelante. Uno en el que se aprende a vivir con pocas pertenencias y sin lugares fijos a los cuales llamar hogar, pero en el que se debe cargar equipaje y aprender a sentirse cómodo en el espacio en que se duerme y trabaja. Un estilo de vida en el que se dice adiós permanente a destinos y personas que ocupan un lugar especial en tu vida, pero paso seguido se da la bienvenida a nuevas experiencias y amistades. Convertirse en nómada digital trae libertad, flexibilidad y autonomía, es verdad, pero implica desprendimiento, adaptación y desarraigo.
2. Vida en movimiento
Con el paso del tiempo, he venido pensando que hablar de la vida nómada como un viaje permanente no es del todo correcto. Al menos no para todos los nómadas ni como una descripción de nuestra actitud constante frente a los destinos que visitamos. Yo, en lo personal, no estoy viajando todo el tiempo. Sí estoy llevando una vida en movimiento que alterna momentos de viaje —entendido como una actitud por explorar y conocer— con momentos en el hotel, el hostal o el lugar en donde me esté alojando. Cuando uno viaja por ocio y placer tiene la mayor parte del tiempo —idealmente, todo el tiempo— para entregarse a la experiencia, al destino y a la gente que se encuentra. Ese no es mi caso: yo tengo trabajos que me exigen entregas cada semana, dedico tiempo a los proyectos creativos de Peces fuera del agua, conozco nuevos lugares y saco tiempo para leer libros, ver cine y escuchar podcasts. Es decir, tengo una agenda tan variada como la que tenía cuando vivía en Bogotá, solo que ahora la sigo desde lugares cambiantes y saco tiempo para conocerlos.
3. Sería muy fácil perderse
Hay demasiada tentación en la vida en movimiento. Cada destino ofrece planes emocionantes que te pican el ojo y te invitan a pasar el rato. Sería muy fácil perderse, desordenarse, dejar las responsabilidades a un lado. Desde incumplir la entrega diaria del trabajo hasta comerse los ahorros. Sería muy fácil perderse. Por eso es importante saber qué se quiere y mantenerse enfocado. Tener disciplina y propósito. No perder el rumbo.
4. La emoción por conocer nuevos lugares decrece
Me fascinan los mariscos. Cuando estaba en la Costa Caribe en 2021, cada semana intentaba comer cazuela de mariscos, arroz con mariscos o pasta marinera. Era el cariñito gastronómico de la semana. Un momento feliz. Y lo era en parte porque era algo excepcional. Casi un premio. La emoción cambiaría si todos los días, al desayuno, al almuerzo o a la cena, comiera frutos del mar. Lo mismo ocurre con los viajes. Por lo general, la gente viaja durante los fines de semana, los días festivos o las vacaciones. Y lo disfruta al planearlo, al experimentarlo y, después, al recordarlo. Pero, ¿qué pasa cuando viajas todas las semanas? Es evidente: la excitación baja. Esta es una de las razones por la cuales en los últimos dos años me he movido menos. He estado recargando energía. Dejando que la emoción del viaje vuelva a crecer. Me saque del Bogotá. Me lleve a conocer pueblos y recorrer montañas.
5. Moverse demasiado agota
Inicié el nomadismo en febrero de 2021 con la idea de recorrer toda Colombia. Me imaginaba visitando lugares icónicos de sus seis regiones naturales. “Un año es un tiempo suficiente”, me decía, pues estaba acostumbrado a atravesar países en 15, 20 ó 30 días. Pero pronto descubrí que viajar y trabajar no es lo mismo que solo viajar: tienes menos tiempo libre, menos disponibilidad mental y menos energía diaria para conocer los atractivos de los lugares que visitas. Así que debes bajar la marcha. Calmarte. Tratar de dormir mejor. Responder emails. Hablar con tus seres queridos. Ir a cine. Hacer una siesta. Vivir la vida cotidiana (y viajar). El resultado: hay muchos departamentos de Colombia que no he visitado en este tiempo. Y ha sido maravilloso y suficiente. No siempre más es mejor.
Cinco mitos acerca de los nómadas digitales
1. Los nómadas digitales viven la vida perfecta
Muchos creen que trabajamos en la playa con una piña colada en la mano. No: esa escena vista tantas veces en Instagram y otras redes sociales es falsa. En realidad, no se puede trabajar en la playa porque es incómodo, la arena daña los equipos y la luz del sol no te deja ver lo que hay en la pantalla. También es difícil trabajar desde lugares recónditos en los que se va la energía eléctrica con frecuencia y el internet es intermitente. A esto habría que adicionar los desafíos emocionales que mencioné antes y otro reto al que no me he enfrentado porque viajo dentro de mi país: los líos burocráticos y gastos relacionados con las visas, el pago de impuestos y el acceso a la salud en el exterior.
2. Es un estilo de vida para jóvenes, mochileros o solteros
“¿Cuántos años tienes?”, me preguntó en una fiesta una cartagenera en sus treintas y madre de dos hijos cuando le conté que era un nómada digital. Su mirada y tono de voz hicieron evidente el juicio que estaba detrás: “Ya no eres un niño para estar vagabundeando”. En realidad, de acuerdo con Nomadific, más del 65% de los nómadas digitales nació antes de 1994. Y es así porque tenemos que tener algo que ofrecer al mercado, si queremos vivir en movimiento. Los nómadas tampoco somos necesariamente “mochileros” (o viajeros de bajo presupuesto): hay nómadas cinco estrellas, eso depende del presupuesto de cada quien. Y, para sorpresa de muchos, hay parejas nómadas e incluso familias con padre, madre e hijos. Ser nómada digital es una filosofía de vida, no una condición para unos perfiles específicos.
3. Los nómadas digitales son freaks de la tecnología o influencers de viajes
Es cierto que algunos nómadas digitales son programadores y desarrolladores web –y, de hecho, dicen que son a quienes mejor les pagan– y otros tantos son influenciadores. Pero no todos deben ser lo uno o lo otro. Yo, por ejemplo, trabajo como traductor de textos, tallerista online y gestor cultural. Otros son blogueros, fotógrafos, videógrafos, ilustradores, diseñadores gráficos, comerciantes online, publicistas, inversores, etc. En últimas, lo que se necesita para trabajar de manera remota es un trabajo intelectual o por productos.
4. Es un estilo de vida para todo el mundo
No, no todo el mundo puede ser un nómada digital. Este estilo de vida le costaría mucho a una persona que quisiera pertenecer a una comunidad física, vivir rodeado de sus familiares y amigos, y levantarse en un lugar propio al que llamar hogar (por no mencionar la capacidad para adaptarse a los cambios y lidiar con la incertidumbre). Lo contrario tampoco es cierto: “solo seres únicos y especiales pueden ser nómadas digitales”. Para mayor tranquilidad, recomiendan apostar a la experiencia teniendo unos buenos ahorros de respaldo y, en lo posible, cero deudas: la estabilidad financiera puede demorarse en llegar (si llega).
5. Si eres nómada, no puedes ascender en el mundo laboral
Confieso que, cuando inicié la vida nómada, pensé que solo podría aspirar a empleos mal remunerados, inestables y de baja categoría. Pero, afortunadamente, estaba equivocado. El primer fin de semana que pasé en Santa Marta, en marzo de 2021, Juanda, el amigo quien me acogió en su apartamento y me introdujo en la ciudad, me llevó a un toque dominguero en una terraza. El sitio se llamaba Belafonte y resultó ser un coliving, es decir, un lugar en donde la gente comparte espacios para vivir y trabajar, y en donde se forman comunidades de viajeros y residentes temporales. Allí conocí a teletrabajadores y nómadas digitales que ocupaban altos cargos en empresas mientras disfrutaban del delicioso ambiente caribeño. Sentí la experiencia como una revelación. Luego vino la confirmación de que sí podía aspirar a un buen trabajo cuando conseguí el que tengo ahora.
Como ven, convertirse en nómada digital no es la opción recomendada para todo el mundo. Sí lo era —y lo sigue siendo— para mí, que doy más peso a los beneficios que a los sacrificios que trae consigo. Por eso, estoy feliz con mis tres años y medio de nomadismo y voy por más. ¿Cuánto? No lo sé. El tiempo lo dirá.
Nota: una versión ligeramente distinta de este texto fue publicada en Peces fuera del agua como parte de mi serie “Vida nómada”. Haz clic aquí para conocer la serie.
¡En noviembre nos vamos pal Llano!
Sí: del viernes 8 al lunes 11 de noviembre realizaremos el taller fotográfico ‘La danza de los cuadrilleros’ en San Martín de los Llanos, Meta. Allí tendremos la oportunidad de conocer a los cuadrilleros —el centro de atracción de una de las fiestas culturales más antiguas de Colombia con casi 300 años de historia— y disfrutar de la programación del Festival Internacional Folclórico y Turístico del Llano.
El taller lo organiza y lo dictamos Gabriel Rojas y yo.
¿En qué ando?
Estoy pasando unos días en Mocoa, Putumayo, el mismo sitio que inspiró el mensaje que les compartí hace unos meses sobre mochilear y en donde hice mis primeras tomas de yagé. Vine precisamente a dar continuidad a mi tratamiento con la medicina ancestral y a caminar de nuevo por sus senderos naturales. El departamento de Putumayo también fue uno de los epicentros de la desastrosa fiebre del caucho, proceso histórico del cual les hablé en esta nota que escribí a partir de las novelas que comentamos en el Taller de Literatura y viaje de la librería Casa Tomada.
¿Quieres ayudarme a sacar adelante Quietud y Movimiento?
Lo puedes hacer de muchas formas:
📨 Lee los mensajes cada vez que los envíe y dales like ❤️
📝 Déjame un comentario abajo o respóndeme por mail 📩
🫂 Comparte los posts con tus amigos y en redes sociales 📣
🧠 Contrátame como consultor, redactor o tallerista. Aquí mi perfil profesional 🧑🏻🏫
Es un estilo de vida que me llama mucho la atención, peeeeeero estoy atada a mis tres gatos, a quienes adoro con mi alma, y no estoy dispuesta a dejar atrás 😅