Aterricé en Bogotá el 16 de julio pasado con la idea de estar un mes y continuar con mi viaje amazónico. Pero ese mes se convirtió en dos y esos dos se convirtieron en tres, y así hasta completar cinco. Cinco meses y ocho días sin realizar un viaje largo, para ser exactos (no cuento los paseos cortos que hice en el ínterin). Cinco meses y ocho días hasta hoy, 24 de diciembre, día en que escribo estas líneas.
Pero este largo e indeseado periodo de quietud pronto va a terminar. De hecho, en el momento en que recibas este mensaje ya habrá terminado: el miércoles 28 en la madrugada vuelo a la Costa Caribe de Colombia. Y allí quiero estar unas tres semanas, antes de volver a Bogotá para organizar un viaje mucho más extenso y emocionante (otro día te hablaré de eso).
Apenas entregué a la imprenta Saltos al vacío, el libro-objeto que creamos en Peces fuera del agua, empecé a pensar en mi retorno al movimiento. No fue un pensamiento voluntario, deliberado, sino instintivo. Algo que creció en mí desde adentro y tuve que atender. Le escribí a algunos amigos sin saber muy bien qué quería para Año Nuevo y me quedé con el plan de sol y playa (y fiesta y amigos). Aunque inicialmente pensé que las montañas o la selva serían mi destino —¡cómo extraño caminar en medio de la naturaleza!—, pronto me di cuenta de que no estaba listo para eso. Comprendí que el nuevo periodo de movimiento debía comenzar con una dosis fuerte de lo que más me faltó en la quietud y que el viaje tranquilo y en solitario debía venir después.
Desde que compré el tiquete de avión el 18 de diciembre estoy en modo viajero. Lo primero que hice fue empezar a alistar el equipaje de viaje. Por fin, luego de meses de posponerlo, mandé a cortar dos pantalones de viaje y a cocer otro que rasgué en las cuevas de mármol y agua de Río Claro. Hoy en la tarde, viendo que la fecha del vuelo se acercaba y que tenía algo de tiempo, lavé la ropa de playa y mis cubiertos de plástico. El martes 26 haré la parte que más me atrae: recogeré el dron que compré (sí, desde hace meses ando con un dron convaleciente, por eso este año he hecho pocos videos y fotos aéreas). De lo que más me emociona de volver a la ruta es levantar nuevas historias y hacer fotos.
El ritual de alistar el equipaje me ha hecho recordar lo feliz que soy cuando viajo. Cuando me siento libre y recorro lugares ajenos y suelto un poco la carga de las responsabilidades reales e inventadas. Esa misma que llevé en los hombros durante los últimos cinco meses y ocho días.
Este periodo capitalino me ha agriado bastante. Me ha quitado la sonrisa y la ligereza que me había regalado el estilo de vida nómada, sobre todo en el primer año y medio (ya van casi tres). Esa sensación de plenitud es la que más extraño y la que busco recuperar en el movimiento que apenas inicia. Siento que mi mejor versión como ser humano es mi versión viajera. El Óscar–viajero es en varios sentidos el opuesto del Óscar–sedentario. Quizás por eso le he cogido tanta pereza a las estancias en Bogotá y por eso mismo volver al viaje es mi mayor propósito para 2024.
De nuevo, te agradezco por leer estas cartas y te mando muy buena vibra para próximo año.
Emocionado,
Óscar Iván
Bogotá D.C.
CODA
1. Equipaje para una vida nómada
¿Alguna vez te has preguntado cómo es el equipaje de un nómada digital viajero? ¿Qué llevarías en tu equipaje si solo tuvieras la capacidad de cargar 32 kg? Bueno, esa fue una de las grandes preguntas que me surgieron antes de iniciar este estilo de vida en febrero de 2021 y cuya respuesta he ido puliendo con el tiempo.
En junio de 2022, cerca al cierre de mi aventura fluvial por los ríos Meta y Orinoco en los Llanos orientales colombianos, escribí y publiqué un ensayo personal sobre mi equipaje. Es uno de mis textos favoritos de Vida nómada, una serie de nueve trabajos que compartí durante mis dos primeros años de nomadismo y que captura esa sensación de emoción y plenitud y orgullo que estoy decidido a recuperar. Léelo aquí:
En mayo de este año, mi amiga la Mujer Montaña —antes La Caracola— y su pareja Dani Caribe Atómico me invitaron a conversar en su podcast Mundo Camper sobre la curiosa condición de ser un nómada digital sin campervan ni vehículo propio. La maleta y el equipaje fueron unos de los temas que tocamos. Escúchalo aquí:
2. Cuevas de mármol y agua en la reserva natural de Río Claro, Antioquia
Mandar a cocer el pantalón de viaje que rompí en el paseo a las cuevas de Río Claro me hizo recordar un fin de semana genial que pasé con amigos y que fue una continuación de mi celebración de cumpleaños de 2023. Pospuse la publicación de las fotos porque estaba buscando el momento ideal para hacerlo y al final nunca lo hice. Un clásico… Aquí te dejo algunas para que te antojes de un plan que vale mucho la pena:
Conoce más de la reserva natural de Río Claro aquí.
P.D. Gracias Jen y Jonas por invitarme al parche y presentarme gente maravillosa.
3. Los 10 mejores podcasts en español de 2023
En la Comunidad de Oyentes de Peces fuera del agua —un grupo internacional de personas apasionadas por el audio—, elegimos los mejores podcasts de este año en lo que resultó un interesante ejercicio de escucha atenta, colectiva y abierta. Con seguridad encontrarás algún show que despertará tu interés: hay de varios países, géneros y formatos. Coincido con el grupo en los dos premios otorgados: El Guerrillero, de Almudena Ariza y Yes We Cast, como podcast revelación, y (De eso no se habla), como mejor podcast del año. Conoce los shows y lee las reseñas que escribieron los miembros de la Comunidad:
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Abrazo, amigo!
Feliz retorno al viaje amigo mío.