Hola, les saluda Óscar Iván Pérez H. y les doy la bienvenida a Quietud y Movimiento. Hoy reflexiono sobre los procesos de gentrificación en los que están envueltos los nómadas digitales.
La semana pasada, en medio de una charla random por WhatsApp, el pez Diego León me compartió este tuit:
Y me quedé pensando en el mensaje.
Valeria propone que el término correcto para referirnos a las personas que viajan mientras trabajan de manera remota no es nómada digital, sino agente de gentrificación. Con ésto quiere resaltar que los “mal” llamados nómadas digitales están contribuyendo a la expulsión de residentes de zonas estratégicas para dar paso a personas y negocios de mayor presupuesto.
Desde luego, Valeria no saca esta carta de debajo de la manga: en los últimos meses se han publicado muchas noticias en las que se denuncia, en especial, la gentrificación de algunos barrios tradicionales de Ciudad de México, un proceso claramente jalonado por la reactivación del turismo pospandémico, el aumento del bleisure (o combinación de trabajo y ocio) por algunas semanas y el auge internacional de los nómadas digitales.
Entonces, ¿Valeria ha desvelado el verdadero rostro de los nómadas digitales o su comentario tiene más falacia que verdad?
Para saberlo, primero debemos entender mejor qué es la gentrificación y cómo los nómadas digitales pueden potenciarla.
De acuerdo con el Master in Collective Housing,
Llamamos gentrificación al proceso de transformación de un espacio urbano que se encuentra deteriorado o en proceso de declive a partir de la rehabilitación o reconstrucción de una parte importante de sus edificaciones. Esto provoca un aumento tanto de los alquileres como del coste habitacional. Por este motivo, las personas que allí vivían tienden a abandonar estas zonas y desplazarse a otras más periféricas, más económicas (...)
La gentrificación es, entonces, un proceso de transformación urbana en el que personas y negocios con mayores ingresos expulsan a sus residentes habituales. Por “expulsión” no estamos hablando de dinámicas violentas, sino de procesos mercantiles en los que se presiona a los que tienen menos ingresos para que salgan del territorio. Por ejemplo:
extranjeros que están dispuestos a pagar alquileres más altos que los nacionales
empresarios que ofrecen precios más altos por la compra de los locales disponibles
panaderías y tiendas de barrio que ya no tienen a quién vender sus productos, porque los nuevos residentes buscan negocios fancy con productos importados y de mayor calidad
elevación del precio de los servicios públicos del barrio, porque la capacidad de compra de sus residentes aumentó, y así sucesivamente
Por eso, se considera que la gentrificación es factor de desplazamiento, destrucción de autenticidad y exclusión social.
¿Y qué tienen que ver los nómadas digitales en todo esto?
Bueno, el modus operandi preferido de ellos es migrar temporalmente de países ricos a países más pobres y, en general, ganar ingresos en monedas fuertes como el dólar y el euro y gastar en monedas débiles como los pesos mexicanos, colombianos y argentinos.
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En vista de su mayor capacidad de pago, propietarios de inmuebles en zonas apetecidas de las ciudades reclaman sus propiedades en alquiler, ya sea para arrendar por 2, 3 o más veces el valor actual o para vender por un precio mayor al que hubieran podido recibir antes de que empezara el boom de visitantes.
A la par, los nuevos residentes –muchos de ellos en pleno disfrute de un estilo de vida que no podrían financiar en sus países de origen– inyectan dinero adicional al mercado local, con lo cual surgen nuevos negocios para satisfacer sus necesidades y deseos. En los barrios gentrificados se empiezan a ver, entonces, bares de lujo, restaurantes de comida internacional y tiendas de ropa costosa, así como sitios de nombres extraños que incluyen las palabras coworking y coliving.
El proceso de gentrificación genera tanto ganadores como perdedores. Del lado de los ganadores están, desde luego, los propietarios de los bienes raíces y los nómadas digitales, y del otro lado, los residentes nacionales y empresarios tradicionales que son presionados para salir del territorio.
Ah, entonces los nómadas digitales sí están desatando los procesos de gentrificación… La cuestión no es así de fácil.
Para que los nómadas digitales se conviertan en agentes de gentrificación se tienen que dar varios factores al mismo tiempo:
Recepción de un flujo masivo de visitantes (“Una golondrina no hace verano”)
Facilidades para que extranjeros puedan permanecer por largos periodos en el país (como lo promueven las visas para nómadas digitales)
Concentración de los visitantes en pocas áeras geográficas
Relativamente baja oferta inmobiliaria
Regulación ausente o ineficaz del mercado inmobiliario
El caso de la gentrificación de ciertas zonas de Ciudad de México es emblemático porque es el resultado de una receta efectivísima para el desastre: la administración pública ha firmado un acuerdo con Airbnb que estimula la inscripción de más inmuebles en su plataforma sin mayores controles a los precios, el periodo de estancia, las zonas afectadas ni el porcentaje de propiedades ofrecidas, al tiempo que se estimula el ingreso masivo de visitantes extranjeros.
Dicho sin pelos en la lengua: la Ciudad de México se abrió de piernas ante viajeros e inversionistas y ahora lo está pagando (el mismo error que la región latinoamericana ha cometido históricamente con sectores como el petróleo, el carbón y el banano, solo que actualizado a las dinámicas del siglo XXI).
Lo anterior quiere decir que la gentrificación causada por los nómadas digitales no es un fenómeno que necesariamente va a ocurrir, pero sí es algo posible, de no manejarse correctamente.
Latinoamérica cuenta con varias ciudades en la lista de favoritas entre los nómadas digitales en donde más vale tomar medidas correctas y tempranas para evitar una situación como la de Ciudad de México. Me refiero, por ejemplo, a Medellín –la ciudad de Valeria–, en Colombia; Buenos Aires, en Argentina; Antigua, en Guatemala; San Juan del Sur, en Nicaragua; y Quito, en Ecuador.
Escribí esto porque me parece equivocado satanizar a los nómadas digitales como personas no gratas de los territorios a donde llegan, ya que podrían ser todo lo contrario –y de hecho lo son en muchos sitios–: catalizadores del mercado, transmisores de la innovación y promotores del intercambio cultural. Al mismo tiempo, considero importante poner el foco en quienes tienen la respondabilidad de administrar el flujo de nómadas digitales y, por lo tanto, condicionar sus resultados: el sector público en sus distintos niveles.
Nota: en la reflexión de hoy me concentré en uno solo de los impactos negativos que pueden generar los nómadas digitales. Eso no significa que sea el único impacto negativo, ni que no hayan impactos positivos. Hay muchos, de hecho. En próximas notas abordaré los más interesantes de ambos tipos.
Para seguir explorando la gentrificación
Además del tuit citado, este mensaje estuvo disparado por El apagón, el video de 23 minutos en el que el músico Bad Bunny y la periodista Blanca Graulau muestran la desigualdad social que está provocando los malos manejos de la industria inmobiliaria y eléctrica en Puerto Rico. En este caso, la gentrificación está disparada por una ley de exención de impuestos para extranjeros que inviertan en bienes raíces.
“¿Quiénes son los cabrones que se quedaron con el suelo urbano?”, un episodio del podcast mexicano Esto no es radio. En palabras de ellos: “Carlos Acuña y sus vecinos de "El Trevi" –el icónico edificio ubicado en el corazón de la Ciudad de México–, recibieron la notificación de que serían desalojados después de acumular años, e incluso décadas viviendo ahí. Sin embargo, dentro de la incertidumbre, encontraron una forma muy inesperada de resistir el embate de los que unos llaman gentrificación, y otros, simplemente despojo”. En la Comunidad de Oyentes tuvimos el placer de conversar con Fernando “Micro” Hernández, el guionista y productor del episodio, y Luis Raúl López, el diseñador de sonido.
Y hablando de podcast…
Les invito a escuchar la conversación que sostuve con Lúen Mendoza del podcast Repopé (PER) acerca de Peces fuera del agua, el laboratorio creativo que dirijo, y en especial de los proyectos colaborativos que tenemos en audio, a saber:
La Comunidad de Oyentes, un espacio que reúne a oyentes y productores de podcast, con Escucha Podcast (ARG).
Los podcasts que nos formaron, un homenaje a los podcasters y los podcasts que nos enamoraron del medio, con Tristana producciones (URU/ARG)
La Plaza Podcaster, el espacio en donde se reúne la comunidad de Podcastinación (COL), el festival más cool de podcast en español.
Conocer la Amazonia a través de la literatura
Este sábado 4 de marzo a las 3:00 pm Col será la segunda sesión del taller online sobre la región amazónica que estoy dictando en la librería Casa Tomada. En esta ocasión, hablaremos de El río, el libro del etnobotánico Wade Davis que rinde homenaje a su maestro Richard Evans Schultes y a su compañero Timothy C. Plowman, además de adentrarnos en las plantas y las culturas del llamado “pulmón del mundo”. Costo de la sesión: $50.000. Clic aquí para mayor información.
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Con cariño,
Óscar Iván
Bogotá D. C.
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Muy polémico.
La Gentrificación trae desarrollo, mejora la competencia, aumenta la seguridad, promueve el intercambio cultural.
Pero si es cierto que encarece la vida.
En Cali vemos como el barrio más instagrameable "San Antonio" se esta transformando y vemos letreros que dicen: "Por favor no hagan ruido por acá todavía vivimos personas que madrugamos a estudiar y trabajar" y los residentes han abandonado sus casas y ahora son alquileres airbnb.
Ya lo caminaremos juntos y te contare esas historias de mi Cali.
Te contare miles de historias sobre como habitamos nuestra ciudad.