Durante mucho tiempo, creí que el voluntariado y yo no la íbamos. Que coexistíamos en universos paralelos. Durante mucho tiempo, me pareció sorprendente que hubiera personas que trabajaran para otros sin remuneración a cambio. “Qué gente rara”, pensaba.
Recuerdo que, en mis años de estudiante universitario, algunos de mis compañeros eran voluntarios en organizaciones que construían casas para familias en barrios vulnerables y que otros dictaban clases de inglés o de matemáticas para personas con dificultades económicas.
Yo nunca me vinculé a ese tipo de actividades, ni a otras relacionadas con el cuidado del medio ambiente, la asistencia a personas mayores ni nada por el estilo. “Eso no va conmigo”.
Para mí, el trabajo era un sacrificio y por ello debía ser recompensado con dinero. Vale decir que estudié economía y que siempre me resonó la idea de Karl Marx según la cual —palabras más, palabras menos— la vida comienza cuando el trabajo termina.
Esto cambió cuando, tiempo después de haber empezado, me di cuenta de que dedicaba, por voluntad y placer, una parte importante de mi tiempo y de mi energía al desarrollo de Peces fuera del agua, un laboratorio creativo que nació como un blog de amigos en 2017.
Dejándome llevar por la corriente, primero fui un integrante más del grupo que imaginó el proyecto —los peces fundadores—, después pasé a ser parte del grupo más reducido de peces que lo mantenían a flote y luego, su director de facto.
Hoy Peces, además del blog en donde publicamos historias originales de ficción y de no ficción, de arte, cultura y viajes, cuenta con redes sociales, comunidades digitales de oyentes y newsletteros, un podcast propio (Los podcasts que nos formaron feat. Tristana producciones), una newsletter (El cardumen) y talleres online. Todo (o casi todo) eso ha salido posible gracias al aporte de muchos voluntarios y voluntarias que han aportado sus ideas, tiempo y energía al proyecto (a todos ustedes, mil gracias, una vez más).
¿Por qué lo hacen?, me pregunto. ¿Por qué la gente —por qué nosotros, los peces— aportamos tanto a proyectos que no nos generan retornos monetarios?
Hoy en día, y hablando a título personal, la respuesta es muy obvia para mí: porque Peces me da lo que no encuentro en otros espacios, porque Peces me completa, porque Peces me ayuda a extender las fronteras de mi potencial creativo y humano.
Creo no equivocarme al afirmar que la mayoría de las personas tenemos trabajos remunerados que no nos satisfacen del todo, que nos quitan vida, que nos generan descontento. Creo que tampoco me equivoco al afirmar que proyectos sin ánimo de lucro como Peces le ofrecen a la gente parte de lo que necesita y le hace falta para sentirse más satisfecha y plena.
Al menos así fue como Peces me sedujo.
Desde que lanzamos el proyecto, me pareció gratificante ayudar a que otros oficinistas y artistas ocultos se atrevieran a salir de su zona de confort y exploraran su creatividad y sus pasiones. De las frases más lindas que he escuchado en el proyecto es “No sabía que yo era capaz de escribir/pintar/fotografiar así”. Es lindo ver a la gente tomar consciencia de su propio talento y potencial. Y del talento y el potencial del grupo, porque, si de algo tengo que estar agradecido con Peces, es de haberme enseñado a trabajar en equipo. A generar sinergias con otros. A aprender los unos de los otros y a potenciarnos colectivamente. A ser parte y promotor de una comunidad de creativos y creativas.
Desde el principio, Peces ha sido un espacio y un refugio para ser libre, experimentar y dejar atrás las inconformidades del trabajo. Para sentirme pleno y feliz, a pesar de las restricciones y los recursos escasos. Algo que me cansó de la docencia universitaria era tener que leer tantos trabajos hechos de mala gana, acartonados y sin vida, y en Peces encuentro lo contrario. Me motiva colaborar con otras personas para hacer conjuntamente lo que nos llena de satisfacción y placer.
En el papel, el voluntariado —junto a las demás formas de trabajo no remunerado— suena la propuesta menos sexy del mundo. Sobre sus características, leo en Economipedia:
“Carece de una regulación legal.
No se tiene la posibilidad de vacaciones, bonos, aguinaldo, jubilación, etc.
Generalmente no cuenta con contrato convenido, ni firmado.
Las horas son variables, por lo que suele ser igual o incluso mayor al tiempo a una jornada laboral”.
Y todo eso es verdad…
Y a la vez todo eso es engañoso, porque esconde entrelíneas las oportunidades y los beneficios de los voluntariados:
Las condiciones del trabajo se negocian 100% con las personas y las instituciones.
Uno hace parte de un equipo del cual aprende y al cual enseña.
Uno trabaja cuando quiere, como quiere y hasta cuando quiera.
Uno trabaja en lo que quiere hacer y de la forma como quiere hacerlo.
Hace poco, Vero, mi compañera, me habló de la diferencia que para ella hay entre el trabajo y el laburo. El trabajo —me dijo— es aquella tarea que te quita vida, y el laburo, aquella que te la da. Visto así, mi voluntariado en Peces es ese laburo que compensa y complementa mis trabajos (que, aunque menos físicos, repetitivos y alienantes que los que Marx tenía en mente, están lejos de ser perfectos).
El sueño —la apuesta— es hacer de Peces un proyecto económicamente viable que, sin dejar de ser lo que es ni cambiar su objeto social— pueda ofrecerle a las personas que lo apoyan alguna remuneración por su trabajo (a casi nadie le sobra el dinero y a todos nos gusta tener un poco más en el bolsillo). Porque no nos digamos mentiras: aunque no todo es plata en la vida, se siente bien cuando esta llega y tu talento y esfuerzo es reconocido por el mercado.
No puedo cerrar este texto sin hacerles una invitación explícita a que se unan a algún proyecto que los motive y les de vida y les ayude a crecer como creativos y humanos. Pueden estar seguros que en Peces y sus proyectos hermanos estaremos muy agradecidos.
Nos leemos dentro de quince días.
Con cariño,
Óscar Iván
Bogotá D.C.
¿En qué ando?*
Laburando: En las últimas semanas he estado metido de lleno en tres proyectos de Peces —de ahí esta reflexión—: 1) Comunidad de Oyentes (realizamos la 1ra muestra de podcasts producidos por miembros de la Comunidad y ¡salió buenísima!), 2) la realización de la segunda temporada de Los podcasts que nos formaron (el 30 de septiembre estrenamos el primer episodio), y 3) el primer libro impreso de Peces (en octubre saldrá en preventa y a finales de noviembre será el lanzamiento). En gran parte por esto, no he viajado en los últimos dos meses. Creo que mi próximo gran viaje vendrá en diciembre (y bueno, como ven, también ando experimentando con la creación de imágenes con IA).
Escuchando: Acabo de empezar la segunda temporada de Juliana y Alejandro ven televisión, uno de mis podcasts favoritos de 2022. Juliana y Alejandro exploran “las series que habitan nuestras pantallas: cómo llegan a ellas y qué pasa una vez escapan al otro lado”. Aunque al darle play puede sonar como otro podcast de conversación, la verdad es muy distinta: son dos personas muy conocedoras del medio que, en cada episodio, elaboran un ensayo coral sobre un tema específico (y no tan obvio) de las series. También tienen una newsletter muy chévere:
Leyendo: La literatura nazi en América, de Roberto Bolaño. Siempre había tenido en la lista de deseos los libros de Bolaño, pero nunca me había animado a leerlo. ¿Qué me hizo cambiar de opinión? La escucha del perfil que Javier Peña le hizo al escritor en su increíble podcast Grandes infelices (hasta hoy, mi podcast favorito de literatura). Por ahora, Bolaño no me convence del todo…
*Sección inspirada en Parsimonia, de Maca González, con quien tuvimos el gusto de conversar anoche en un encuentro inolvidable de la Comunidad de Newsletter@s.
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Curiosamente he estado pensando y escuchando algunos podcasts sobre nuestra relación con el trabajo. Así que llega muy oportunamente esta entrega, querido Óscar Iván. Te dejo por acá un articulo del Washington Post sobre cómo el voluntariado es para algunos un hack de felicidad. Para mí sin duda lo fue cuando hice un voluntariado de 3 meses enseñando español a extranjeros. https://www.washingtonpost.com/lifestyle/2020/07/29/volunteer-happy-mental-health/