Si estás leyendo en computador o tableta, dale clic al título del mensaje para que puedas ver las fotos más grandes.
Hacer fotos con el dron es un disfrute doble. De un lado está el placer de jugar con luces y sombras, con formas y texturas, con ángulos y composiciones, y de otro está el goce de volar una aeronave no tripulada que te permite ver el mundo desde otra perspectiva.
Volar mientras vivía en Bogotá no era fácil, porque no encontraba el tiempo ni el lugar para hacerlo. En muchas zonas está prohibido. No puedes volarlo cerca de una estación de policía, ni del aeropuerto, ni lugares donde se concentran los podereres políticos. Mucho menos sobre concentraciones de personas. Incluso hubo policías que se me acercaron a ver qué era lo que estaba haciendo. Una jartera. Volar mientras viajo es distinto. En los pueblos y zonas apartadas todo es más tranquilo y relajado. Allí puedo hasta volar el dron en una plaza central sin que nadie me diga nada.
No era consciente de que había tanta agua en los lugares que visito, hasta que hice la selección de fotos que hoy les comparto. En mi mente todo era más verde. Habían más montañas y árboles y vegetación diversa. Pero no. Lo que más abunda es agua dulce y agua salada. Agua natural. Agua por doquier. ¿Qué significará eso?
Coquí, Chocó (2019)
En el contexto de los viajes y el turismo, Coquí se ha hecho famoso por su gastronomía y el liderazgo que en ella tienen sus mujeres. La fama es muy merecida, hay que aceptarlo. En el pueblo se come muy bien tanto en Zotea (el restaurante de lujo) como en las casas de familia (en pueblo pequeño la gente come en casa). Pero también se pasa muy bien mientras se camina por sus playas o se navegan sus manglares.
Bahía Solano, Chocó (2019)
De las cosas que más me gustan de hacer fotos con el dron es ver escenas que difícilmente me hubiera imaginado de otra forma. ¿Cómo es el muelle visto desde arriba? ¿Cómo son las sombras reflejadas en el agua? ¿De qué color se ve el mar a lo lejos? Esta imagen está inspirada en las muchas que he visto de sombras de camellos en la arena del desierto.
Santa Cruz de Mompox, Bolívar (2020)
A comienzos de enero de 2020, inicié un viaje que me llevó de Montería, en la Costa Caribe, a distintos municipios de Santander, en el nororiente de Colombia. La ruta incluía la navegación por el río Magdalena, la principal artería fluvial del país, y una parada de un par de noches en Mompox, uno de los pueblos patrimonio del país. En la foto retraté la restaurada Plaza de Mercado con la luz cálida del amanecer. Lejos estaba de pensar que ese sería mi único y último viaje de 2020.
Carmen de Bulira, Tolima (2021)
Habiendo ya tomado la decisión de convertirme en nómada digital, en enero de 2021 fui a Ibagué a visitar a mis amigos y mi hermana. Pero era muy pronto para retomar el viaje. Aún el covid-19 estaba vivito y coleando. La idea de viajar por los alrededores se transformó en una estadía de casi dos semanas en una finca del Carmen de Bulira, a las afueras de Ibagué. Fue lindo dormir de nuevo con los sonidos de la naturaleza y hacer amistades (me quedé en la casa de los familiares de un amigo). Sin haberlo planeado, este resultó ser el piloto de la vida nómada.
Santa Cruz de Lorica, Córdoba (2021)
La bruma del amanecer, la ausencia de colores vivos, la soledad del pescador transmiten la nostalgia e incertidumbre que sentía en mis primeros días de nomadismo digital. En Lorica hice la segunda parada del viaje, buscando el internet que no había encontrado en la parada anterior en Isla Fuerte. Desde ya se encendía una alarma que volvería a hacerlo varias veces: los desplazamientos de un teletrabajador están restringuidos por la calidad de la conexión.
Rincón del Mar, Sucre (2021)
Con frecuencia la gente me pregunta adónde debería ir en la Costa Caribe. Dejando de lado las respuestas obvias —Cartagena, Santa Marta, Parque Tayrona—, mi respuesta siempre es la misma: Rincón del Mar. ¿Por qué? Si ese nombre tan bello no te basta para ir a visitarlo, te diré que deberías hacerlo porque es un lugar autóctono en donde el turismo no ha hecho (aún) de las suyas y tienes unas playas y unos manglares y unas islas cercanas muy recomendadas para distraerse un poco. En este mensaje hablé de otros pueblos fascinantes para visiar en Colombia.
Parque Nacional Natural Tayrona, Magdalena (2021)
Sin duda, uno de los lugares más famosos y fotografiados del país. Ha sido hasta portada de la guía de Colombia de Lonely Planet. Difícil encontrarle un ángulo que no haya sido explorado antes por fotógrafos y visitantes. Aquí comparto uno que no había visto y que me hace enamorar aún más del lugar.
Orocué, Casanare (2022)
A Orocué llegué por casualidad, la misma razón por la que he conocido muchos de los territorios durante este viaje nómada. Me detuve ahí porque era el primer pueblo entre Puerto Gaitán, Meta, y Puerto Carreño, Vichada, el inicio y el final del trayecto por el río Meta. Y me llevé una gran sorpresa: el lugar se presenta como la cuna de La vorágine, la novela de José Eustasio Rivera que este año cumple un siglo y tiene a Colombia hablando de la Amazonia (yo incluido —ver nota al final—). Sobre este viaje físico y literario hablé en este mensaje.
Parque Nacional Natural El Tuparro, Vichada (2022)
Fui hasta Puerto Carreño, la capital departamental sin semáforos que limita con Venezuela, porque era el punto de partida para conocer el Parque El Tuparro. Me atrajeron como miel a oso sus raudales, sus tepuyes y el rastro que dejó Alexander von Humboldt tras su paso a comienzos del siglo XIX. En esas tierras y esas aguas pasé tres días sin conexión a internet que me encantaría repetir hoy. Es lindo adentrase en la naturaleza y dejar de lado temporalmente las comodidades de la vida moderna (incluidas duchas, habitaciones cerradas y señal telefónica).
Lago de Tota, Boyacá (2022)
Desde que visité el lugar, tengo la teoría de que esta formación que parece una isla no es una isla en realidad, sino un submario, uno aún camuflado que saca a calentar su cubierta en mañanas despejadas como la que hizo ese día. ¿Tú qué opinas?
Extrañando el viaje,
Óscar Iván
Bogotá D.C.
¡Lanzamos el libro-objeto Saltos al vacío en Ibagué! 🙌🏻
El sábado 17 de febrero, realizamos dos eventos de lanzamiento de Saltos al vacío, el libro-objeto de Peces fuera del agua: en la mañana fue en la Librería Pérgamo y en la tarde, en el gastro bar Don. ¡La pasamos muy bien! Haz clic aquí para conocer más.
El sábado 2 de marzo inicia el taller online de literatura y viajes “La Amazonia. 100 años después” 🐍
Iniciaremos con la lectura de La vorágine. Una edición cosmográfica, el éxito editorial inusitado de la Universidad de los Andes. Incluye la quinta edición de la novela (la última que hizo José Eustasio Rivera en vida), los mapas originales y algunos creados para esta publicación, además de artículos complementarios de distintos autores y épocas para entender mejor la región y sus problemáticas. Nos veremos online el primer sábado de cada mes a las 11:00 am COL. En total, serán cinco sesiones. Haz clic aquí para conocer más. El taller lo dicto para la librería Casa Tomada.
¿Quieres ayudarme a sacar adelante Quietud y Movimiento? 🚀
Lo puedes hacer de muchas formas:
📨 Lee los mensajes cada vez que los envíe y dales like ❤️
📝 Déjame un comentario abajo o respóndeme por mail 📩
🫂 Comparte los posts con tus amigos y en redes sociales 📣
🧠 Contrátame como consultor, redactor o tallerista. Aquí mi perfil profesional 🧑🏻🏫
Gracias por compartir las aguas recorridas, que hoy le han dado movimiento a las que llevo dentro. También me encanta como escribes. Gracias, Óscar Iván.
Un placer visual! Gracias :)