Vivir entre la quietud y el movimiento
No solo hay viajes, fiestas y nuevos amigos en la vida de un nómada digital
Hola, te saluda Óscar Iván Pérez H. y te doy la bienvenida a Quietud y Movimiento, la newsletter en la que comparto historias, experiencias y reflexiones sobre el nomadismo en la era digital.
Voy a empezar cazando un mito bastante difundido que dice así: los nómadas digitales son personas que dedican su vida a recorrer el mundo, conocer gente y enfiestarse todos los días.
Bueno, debo aceptar que el mito no es completamente falso, sino parcialmente falso. Y lo es porque resalta una de las características de los nómadas digitales (somos viajeros), pero olvida la otra (somos trabajadores remotos).
Si no están presentes ambas características, las personas de quienes hablamos no son nómadas digitales. Serían, quizás, viajeros ocasionales o en su año sabático (si tienen la fortuna de dedicar su tiempo solo al ocio y al placer) o teletrabajadores (si cumplen sus obligaciones laborales online desde un lugar distinto a las oficinas de la empresa).
El punto es que los nómadas digitales viajamos y trabajamos de manera remota al mismo tiempo.
Bueno, quizás no literalmente al mismo tiempo, pero sí logramos compatibilizar el viaje y el trabajo en nuestra vida cotidiana. Afortunadamente, no tenemos que esperar a que llegue un puente festivo, Semana Santa o el fin de año para ir a conocer el lugar que tenemos entre ceja y ceja (y esa es una de las razones principales por las optamos por este estilo de vida).
De hecho, a algunos les gusta trabajar entre semana y viajar los fines de semana por los alrededores del lugar que visitan, a otros les gusta lo contrario (trabajar el fin de semana y viajar en días “laborales” para evitar las multitudes y los sobrecostos) y a otros más, como a mí, nos gusta trabajar medio día y dedicar el otro a viajar (algo que, desde luego, no puedo hacer todos los días). Sea como sea, los nómadas digitales encontramos la forma de viajar –es decir, deambular, descubrir, conocer– en nuestro tiempo libre.
Y ese es otro punto clave: no todo el tiempo de un nómada digital es libre o disponible para viajar. Como todo trabajador remoto, yo –por ejemplo– he tenido semanas “suaves” en las que he viajado más de lo que he trabajado y semanas “duras” en la que solo he tenido tiempo para trabajar y descansar por las noches.
También he tenido periodos de movimiento continuo durante varias semanas o meses que me han dejado agotado (porque viajar también cansa física y mentalmente), así que luego me he detenido en Bogotá u otra ciudad para recuperar energías y compartir con amigos y familiares.
Y aquí el punto principal al que quería llegar: en la vida de un nómada digital están presentes la quietud y el movimiento. Es decir, en unos periodos predomina el viaje y el descubrimiento, la excitación por lo novedoso y lo desconocido, y en otros, la estabilidad y la reflexión, la comodidad del lugar y el entorno conocidos. Y de eso es de lo que te quiero hablar en esta newsletter llamada precisamente así: Quietud y Movimiento.
Estas palabras las escribo en un momento de quietud en Bogotá luego de semanas de movimiento intenso por el Parque Nacional Natural El Cocuy en el norte de Boyacá. Un momento de quietud que ya empieza a terminar porque se viene el fin de año y no lo quiero pasar en la Capital. Vamos a ver qué me invento.
Para seguir explorando mitos y verdades sobre los nómadas digitales…
Cuando cumplí mi primer año de vida nómada, publiqué un post en Peces fuera del agua con el balance personal de lo que había sido la experiencia hasta entonces. La publicación cerró con cinco mitos y cinco verdades sobre los nómadas digitales, los cuales construí a partir de mi aprendizaje y la lectura de publicaciones parecidas en Internet. Si te interesa conocerlos, da clic aquí.
De las notas que encontré publicadas en Internet, me gustaron particularmente las de Alejandra.travels, Gabiajando y Revista Gan@ Más.
In medias res
Esta semana la estoy pasando en Ibagué-Tolima, la ciudad en donde crecí y que dejé cuando me fui a estudiar Economía a Bogotá. Hasta poco antes de graduarme del pregrado, la visitaba en las vaciones de mitad y de final de año, pero dejé de ir cuando mi familia se trasladó del todo a Bogotá… hasta el año pasado, que pasé algunos meses aquí justo por esta época. Recuerdo que me sorprendió mucho la belleza de los cerros orientales que veía desde el apartamento de mi amigo OV, en donde me alojé. Míralos:
Bellos, ¿no? La verdad es que en mi recuerdo de la ciudad no estaban.
En Ibagué pasaré el 24 con mi hermana María José y su esposo Javier.
Aprovecho para desearte una feliz Navidad. Espero que la pases muy bien en compañía de familiares y amigos. ¿Qué tienes pensado hacer? ¿Eres navideño/a o no? Cuéntame por mail o en los comentarios de abajo.
Un abrazo,
Óscar Iván
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